miércoles, 11 de diciembre de 2013

CRÓNICA DE LA 100 LIKES RUN

Cartel de esta carrera multidisciplinar

En algunos casos me dirían que se me ha pasado el arroz porque hace ya días de esto pero, no quería dejar pasar por alto el narrar un poco cómo nos fue en la carrera del Llano de la Perdiz. Se celebró el día 1 de diciembre a las 10 de la mañana, con un frío bastante acusado que se notaba aún más por el viento que no cesó durante toda la mañana.


Posando antes de la carrera

La carrera la organizaba Human Sapiens Runner y gran parte de la recaudación de las inscripciones iba destinada a la investigación médica deportiva. En esta carrera se podía correr, andar, montar en bici... Lo importante no eran los tiempos sino el disfrutar de una mañana dominical deportiva.


Carril donde comienza la carrera

Efectivamente, la carrera no tendría al final clasificaciones y, por tanto, no habría corredores o marchadores fuera de control. A las 10 se dio la salida y comencé con suavidad para cuidar el sóleo de la pierna izquierda que lo tengo algo fastidiado. A los 200 metros empecé a encontrar un hueco donde poder acelerar un poco. El viento soplaba con fuerza y procurábamos colocarnos estratégicamente detrás de otros corredores para protegernos del peor factor climatológico que se puede encontrar en una carrera. En un momento dado recordé a Rambo porque... "no sentía las piernas". La sensación de frío era tal que me quedé casi sin fuerzas y costaba dar un paso.


Foto con el móvil en carrera

Hubo zonas de monte en las que se ascendía por pequeños carriles que se abren paso entre la vegetación y que dejan circular a los corredores en fila india, imposibilitando los adelantamientos. Esto me vino muy bien para poder calmar mis ganas de forzar un poco la marcha. Las vistas eran geniales con la sierra al fondo y corriendo en plena naturaleza.

El trazado era bastante sinuoso con cierto peligro. Algún que otro corredor vi caer, por tropiezos con las piedras. El firme era completamente irregular y había que ir muy atento para no darse de bruces en el suelo.

Tras unos cuatro kilómetros trotando por esos caminos, llegamos a la gran bajada, una largúisima cuesta que nos hace descender cerca de los infiernos y que nos hace pensar que todo lo que baja ha de subir después y la que nos espera es de aúpa.


Gran rampa final. Solo apta para escaladores.

Tras el prolongado descenso vino el plato fuerte: una ascensión de más de un kilómetro bastante dura, que nos tomamos con paciencia y controlando las pulsaciones que llegaron hasta 180. Pero lo peor quedaba por llegar: una pared que había que afrontar casi con equipo de escalada. Intenté bajar el ritmo porque mi corazón estaba ya a mil por hora pero corriendo era imposible. Las pulsaciones llegaban ya a 187 y  me detenía para caminar o moriría en el intento.

En esos momentos vi que se me acercaba mi compañero de trabajo, Julio, y me dio una gran alegría el saber que había estado por delante de él durante tanto tiempo. Creí que mi ritmo no era tan bueno y el verle llegar supuso para mí una grata sorpresa aparte del aliciente de tener una liebre a quien seguir.

Estos 300 metros de pendiente fueron durísimos, andando casi todo el rato e intentando trotar un poco de vez en cuando hasta que logramos divisar a lo lejos la meta.


Fin de carrera junto con mis compañeros Tony y María Jesús,
 acompañados de Jose.


Una vez más con Julio y también Antonio Bailén.

Una carrera casi épica que recordaré siempre. Nunca he estado en una carrera que me resultase tan dura si exceptuamos la Media Maratón de Montaña de Lacalahorra.


Picnic reconstituyente al final de carrera.

Datos finales de carrera aportados por mi cronógrafo:

Distancia total: 7,46 km
Tiempo empleado: 42'07
Velocidad media: 5'39 el km
Pulsaciones medias: 174
Pulsaciones máximas: 188

Felicitaciones a la organización que nos hizo disfrutar sufriendo.

La próxima cita, tal vez, para el día 20 de diciembre en la carrera nocturna de Granada.

  ¿Nos traerá suerte para la lotería?


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