miércoles, 14 de mayo de 2008

MI VITRINA, VERSUS EL CONJUNTO VACÍO

(Imagen de "edans")

¿Alguno estudió aquello conocido como “Matemática Moderna”? Teoría de conjuntos, intersección, unión, conjunto vacío… ¿A qué viene esto? Una sencilla razón es que identifico mi vitrina de trofeos con el conjunto vacío. Algunos que no son duchos en esto de las ciencias exactas y que conocen mi “trayectoria atlética” ya van entrando en la onda. ¡¡¡Exactamente!!! El conjunto vacío es aquel que contiene cero elementos. ¡Como mi vitrina! Seguro que más de un lector se identifica conmigo: ¡Pues igual que la mía! ¡… y la de la mayoría!

Cuando termino una carrera y vuelvo a clase, los alumnos y alumnas me preguntan: “Maestro, ¿en qué puesto llegaste? ¿Has conseguido un trofeo?” La respuesta es siempre la misma: “Ni he ganado, ni nunca ganaré”. Esto es muy difícil de entender para unos jóvenes que están acostumbrados a una sociedad competitiva en la que sólo triunfan los ganadores. No pueden comprender que pases el año entero entrenando casi una hora diaria y la expectativa sea simplemente no ganar. “Si nunca vas a ganar, ¿para qué entrenas?”

Y ahora llega el aspecto educativo. “Hay dos carreras: la que cronometran los jueces y la que realiza cada corredor. Los corredores populares no luchamos contra los demás sino que luchamos con nosotros mismos. Ganamos cuando llegamos en el puesto 203 pero hemos alcanzado la meta exhaustos por el gran esfuerzo realizado; perdemos cuando llegamos en el puesto 143 y no hemos apretado lo fuerte que podíamos.

Todo corredor popular tiene dos vitrinas: esa del conjunto vacío, que quedará así por el resto de su vida y la vitrina virtual, que está en su mente. Esta última vitrina tiene varios trofeos: el premio a terminar la primera carrera de tu vida, premio por esa primera media maratón o el premio de haber batido tu marca en una prueba, comparando con el año anterior. En la vitrina virtual también está el premio a la constancia en los entrenamientos a pesar de saber que nunca ganarás; el premio al que, lejos de rendirse, abandona una reunión de amigos para ir a entrenar; el premio al que, aunque nevó un día o hizo viento y frío, salió a hacer los 10 km de rutina; el premio al que, tras acostarse a las 3 de la madrugada estando de fiesta, madrugó a las 7’30 al día siguiente e hizo ese trote diario.

Todo tiene sus ventajas: la vitrina de casa se limpia con facilidad. Pero esa vitrina virtual está llena de trofeos que, a pesar de que sean invisibles para el resto de nuestros congéneres, llenan de ilusión nuestra mente y nuestro ego y nos empujan a mantener ese tesón y constancia. Por todo ello, con este artículo quiero felicitar a todos los corredores y corredoras que hacen del deporte un modo de vida. Felicidades por esas vitrinas llenas de trofeos y… ¡¡¡QUE VIVA EL CONJUNTO VACÍO!!!

4 comentarios:

JMC dijo...

Don Gregorio, ma gustao mucho esta entrada, nada como el conjunto E complementario del vacío ,que esta lleno no solo con las carreras de uno sino con las de las personas en las que nos fijamos...

Gracias my friend...

Paco Montoro dijo...

Hola Gregorio, primera vez que entro en tu blogs y me encuentro con semejante entrada!!! Buenísima, yo en mis doce años de corredor, nunca he sido tercero en nada, y digo tercero porque ser 2º o 1º menos todavía. Lo mas cerca que he estado en una general a sido el 65 en la maratón de Ciudad Real y con 3h9...El mejor premio es correr todos los días.
Un saludo

Grimo runner dijo...

Gregorio: Cuando empecé a correr, no hace mucho como tu sabes, la única vitrina que deseaba llenar es la que tenemos cada uno dentro de nosotros, ahora la mia esta empezando a llenarse de pequeños trofeos del día a día. Un saludo.

Gregorio Toribio Álvarez dijo...

JMC: si es que lo mío, de siempre, han sido las matemáticas y los juegos y divertimentos como el cubo de Rubik, aunque sea muy malo para ellos.

Paco, totalmente deacuerdo contigo. Mi mejor clasificación en una Media fue el 203 o por ahí. Por supuesto que cada día tenemos un premio. Bienvenido a mi blog.

Grimo,me alegro de que tengas dos vitrinas, sobre todo esa segunda que no puedes mostrar ni quieres pero que te hace realmente feliz

 
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