HACER EL PAYASO

 Hay que divertir a los pequeñuelos. ¡Lo merecen!

Estando en la cena de boda de mi primo, aparecieron mi sobrina (fisioterapeuta) y su hermano, vestidos de payasos. Los habían contratado para entretener a los peques durante dos horas. Una buena idea puesto que así disfrutan y dejan disfrutar a los padres durante un buen rato. Ya han estado en varias bodas y comuniones en Granada y alrededores y la verdad es que les va bastante bien.

En plena cena me buscan y me dicen que necesitan mi colaboración. ¿Para qué? Estaban haciendo un juego de mímica y querían que les ayudara. Pues vamos, que las facturas de fisioterapia no las he pagado aún.

- Tito, tienes que, haciendo mímica, describir una gamba –me pide Fernando.

- ¡Jolines, os podíais haber buscado algo más fácil! ¿No vale un elefante?

- ¡Nada, nada, una gamba! –me indica Carmen Azahara.

Los chavales y chavalas iban desde 3 años hasta 11.

Bueno, pues empecemos a la interpretación. ¡Mira que es difícil representar una gamba! Muchas patas, nadar, una cabeza que la cortas, la pelas y te la comes…

Los querubines, desesperados, decían desde cocodrilos hasta sardinas, pasando por mariposas, elefantes, perros, caballos…

A los cinco minutos, encontrándome ya exhausto, dice “la payasa”:

- Nos vamos a rendir. La última oportunidad y terminamos. Pensamos entre todos un animal y gritamos fuerte.

- ¡UNA GAMBAAAAAAA! –todos.

Los muy…. Me han tomado el pelo y han sido geniales, sobre todo teniendo en cuenta la edad de los más pequeños que han interpretado el papel sin que me percate de la trampa.

No me ha importado hacer el payaso pues he hecho disfrutar a los peques que se han mondado de risa. Así no duele “meter la gamba”.

P.D. Un besazo a Carmen que está en Argentina y a Fernando en Estados Unidos.