jueves, 21 de noviembre de 2013

SUBIDA A LA RAGUA: LOCURAS DE UN SOLITARIO RUNNER

 Las 6:30 de la madrugada, comenzando esta dulce locura.

A mis asiduos lectores y lectoras les habrá alegrado mi vuelta a los caminos y a recuperar la actividad en este blog. Desde que la Media Maratón de Granada pasó cerca de mi casa, he vuelto a las andadas con el objetivo de participar en la edición de 2.014. Mis entrenamientos están siendo constantes, progresivos aunque sin prisas para no caer en una lesión. El sábado pasado fue uno de esos días en que despiertas a las 5:50 y te planteas la posibilidad de hacer el asalto al Puerto de La Ragua, partiendo de mi pueblo, Lacalahorra. Sin pretensiones de tiempos; sin presión. Con la ilusión de alcanzar ese paso entre montañas disfrutando de un gélido amanecer. La estrategia: subir andando y dejarse llevar trotando en la bajada.

Dispuesto todo, con doble camiseta, gorro, gel, vitaminas, móvil y algo de dinero, me lancé a la aventura que por cuarta vez en mi vida iba a repetir. Puestos el cronómetro y cardiómetro en marcha, empezamos los primeros pasos. El móvil me fue muy útil en esos hectómetros iniciales por la falta de luz pues la luna ya había caído en los brazos de Morfeo. Eso sí, para no andar solitario, Whatsapp se convirtió en mi aliado, manteniendo la comunicación con mi claustro que, sorprendentemente, a los 10 minutos de mi primer mensaje ya me había respondido alguien.


 Lacalahorra, amaneciendo en una fría mañana de otoño.

He de decir que partí sin guantes, por no haberlos encontrado en la casa la noche anterior. Pero lejos de pasar frío, mis manos estaban templadas, para sorpresa mía. La aplicación del móvil señalaba que andábamos a 2 grados bajo cero. Marchando a un ritmo de 9'30 el km, fuimos dejando el pueblo poco a poco allí abajo, abandonado a su soledad mientras ascendíamos en busca de la cercanía de los cielos. Algún que otro camión de reparto me adelantaba, con un conductor sorprendido por ver un bultito naranaja moviéndose con lentitud por el arcén.


 Los primeros rayos sobre Sierra Nevada en el Marquesado.

A 8 km de la salida, el paisaje es una maravilla. Ha amanecido y el astro rey empieza a lanzar su aliento sobre las cumbres de Sierra Nevada. Algún leve sonido sobre los cielos me indica que hay algo de vida. Un graznido de un cuervo me lo confirma. Pero en el arcén, silencio absoluto salvo una pequeña brisa que acaricia las ramas de los pinos de esta montaña. Una gran diferencia con respecto a mis ascensos estivales en los que la gran cantidad de insectos me convierten en un privilegiado testigo de un concierto natural.


 Los últimos pinos, a 500 metros de alcanzar el Puerto.

A 13 km de la salida se está a punto de lograr la primera parte del objetivo. Alguna compañera te dice por la red que piensa colgarte en un pino por hacer vibrar su móvil tan temprano en un sábado. Y, tú, que tienes un móvil y privilegio de mostrarle los pinos en directo, le ofreces un catálogo para que te cuelgue en aquel que más le guste. La escarcha se ha convertido en una fina manta blanca que cubre la hierba en estas alturas.


 
Logrado el ascenso, fotografiado por unos excursionistas.

Alrededor de las 8'30 alcanzo el refugio de La Ragua y, para suerte mía, unos excursionistas aparcan en ese momento sus coches. Perdiendo la vergüenza que me caracteriza, les pido que me hagan una foto con mi móvil y pregunto la temperatura. ¡Nada menos que 6 grados bajo cero! Foto al cartel de La Ragua y batería agotada. Y mis manos tan templadas. Me dirigo a la Fuente de Las Yeguas a beber agua y detengo mi reloj en 2h 9' 50''.


La pista de La Ragua, completamente helada. 2.000 metros de altura.

El agua está muy fría, los charcos de agua en el suelo están cubiertos por una capa de hielo de 2 cm y es hora de regresar al pueblo. Todo va a ser un camino de rosas dejándose caer. Pero... Oh, my good! Empiezo a sentir frío en los pulgares al comenzar el suave trote. Un frío que se va acrecentando hasta que los noto congelados. Llego a perder la sensibilidad de los mismos e intento sobreponerme a este mal momento metiendo las manos en el bolsillo de mi sudadera.

Tras 2 kilómetros de nervios descendiendo, entro en la zona en la que el sol da de lleno en la carretera, dejando atrás la terrible umbría que me ha llevado a esta situación. Empiezo a sentir los dedos y mi cerebro comienza a tranquilizarse y a disponerse a disfrutar del bellísimo paisaje. Van cayendo los kilómetros con una respiración sosegada y unas piernas que responden a las mil maravillas por el ritmo moderadamente tranquilo impuesto.

Tras llegar al punto de partida, las endorfinas han aflorado y la satisfacción por el trabajo hecho es enorme. Hemos partido de 1.150 metros de altura y superado los 2.000. Una gran dosis de oxígeno que seguro que permitirá una mejora cardiovascular para mis entrenamientos.

¿Para cuándo la próxima? Un corredor solitario no dice cuándo, pero si dice.... ¡Alguna vez!

Datos de la marcha:

Tiempo de subida: 2h 9' 50''
Recorrido ascendido: 13,75 km
Velocidad: 9'28'' el km.
Pulsaciones medias: 144 ppm

Tiempo de bajada: 1h 7' 14''
Recorrido descendido: 13,95 km
Velocidad: 4'48'' el km
Pulsaciones medias: 160 ppm

Total tiempo: 3h 17' 04''
Recorrido total: 27,7 km
Velocidad media: 7'09'' el km
Pulsaciones medias: 146 ppm

Calorías gastadas: 1526

P.D. Gracias a mis compañeros/as del cole, que me dieron aliento en mi ascenso y que, indirectamente, evitaron la congelación de los dedos en el ascenso por estar calentita la pantalla del móvil. :)

3 comentarios:

Eusebio Córdoba dijo...

La próxima vez no olvides los guantes compañero!. Yo el sábado hago una carrera nocturna por los montes de Málaga, ya te cuento.
Igual en 2014 nos vemos en la media de Granada.

diegogg dijo...

OLE tus webs. :P

Gregorio Toribio Álvarez dijo...

Eusebio, suerte en la nocturna. Espero que nos veamos en Granada, pues ese es el objetivo que me he marcado.

Diegogg, amigo, ¿cómo va tu lesión? vamos a ver si nos recuperamos y nos inventamos eso de tuitear carreras XD

 
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